Los osos del Pirineo comienzan el invierno dentro de sus cuevas de hibernación, aprovechando las fuerzas acumuladas durante los meses de otoño. La vegetación del Valle de Arán y el Pallars ha facilitado la buena alimentación de todos los miembros de la familia -en especial por la cosecha de bellotas de roble– y ahora descansarán durante unos meses utilizando la grasa acumulada.

Los machos son los últimos en la cueva y los primeros en salir. Les siguen las hembras sin cachorros, las hembras con cachorros de primer año y, finalmente, las hembras preñadas.

Si todo va bien, las hembras preñadas darán a luz  entre uno y tres cachorros a finales de enero. Al nacer, los cachorros de oso pardo pesan entre 350 y 500 gramos y se quedan dentro de la cueva hasta abril, alimentándose exclusivamente de leche materna, muy rica en grasas.

Una de las cámaras automáticas instaladas en el Parque Natural del Alto Pirineo con la colaboración del proyecto PirosLife ha permitido captar imágenes de una hembra con un cachorro de primer año pocos días antes de que ambos entraran en la cueva donde pasarán este invierno.